El viaje del naturalista Daniel J. Browne fue un testimonio fundamental sobre las islas Canarias en un momento crítico de su historia. Llegó en 1833, en una etapa en la que languidecía el comercio vinícola, se encontraban todavía en sus inicios las exportaciones de cochinilla y la crisis socio-económica eclosionaba con toda su crudeza. Eran años de emigración masiva a América, enjuiciados desde la perspectiva inusual de un científico anglosajón nacido al otro lado del Atlántico, lo que nos ofrece una visión foránea nueva en una época anterior a la de los grandes viajeros británicos al Archipiélago.
En esta obra no sólo se recogen sus impresiones personales sino también unas ricas y extensas consideraciones sobre la sociedad canaria, elaboradas tanto a partir de su propio punto de vista como del de otros viajeros e historiadores (Humboldt, Diston...).