En la sátira social ... y llovió en los arbejales, Orlando Hernández trasciende las fronteras del llamado teatro costumbrista para adentrarse de manera crítica en el sentir profundo del pueblo llano, en sus dramas cotidianos, en los conflictos que superan el marco geográfico. Un teatro cargado de humor ácido y conmovedora ternura, donde la risa actúa como un esperpento reformador de la colectividad. Un teatro que refleja el ser y la vida del pueblo, el puerto, la llegada de los turistas y la dramática escasez de agua. Estas alas dan al teatro de Orlando Hernández el vuelo de la universalidad.