A lo largo de la Historia, las mujeres han sido invisibilizadas en el espacio público y el mundo de la literatura no ha sido una excepción. Y cuando no invisibles, ni ocultadas, fueron sofocadas y despreciadas, consideradas rara avis.
Nuestra intención es mostrar a un colectivo variado de mujeres que se dedican a la misma actividad: escribir. Desconocidas para la población en su mayoría y, en algunos casos, desconocidas también entre ellas, pese a la proximidad territorial y la actividad común que desarrollan. Como historiadores no podíamos pasar por alto una de las acepciones de la definición de Historia: indagar, reflexionar y dejar pruebas, vestigios, con el fin de que no caigan en el olvido. En este sentido, en Escritoras en su Estudio hemos recogido los testimonios personales de un grupo de autoras, referidos tanto a sus vidas como a sus obras. Y hemos querido acompañar sus palabras de elementos visuales como son las fotografías, las cuales nos parecen un vehículo articulador del discurso, además de un documento ilustrativo esencial para mostrar el espacio de trabajo, observando atentamente la reflexión de Virginia Woolf sobre la importancia de poseer una habitación propia.
Pues bien, ¿cómo ha construido cada una de nuestras autoras ese espacio personal?