Contar la vida de Abril ha resultado ara mí una de las tareas más arduas y comprometidas de mi vida. De todas formas, lo he conseguido. Esta historia ronda por mi cabeza desde que cumplí los sesenta y cinco años. Me di cuenta de que tenía más pasado que futuro. Introducir con pinzas relatos de mi propia vida en medio de personajes ficticios no ha sido fácil ni gratificante. Una tiene que ahondar en los recuerdos, sincerarse consigo misma y contemplar desde la distancia que da el tiempo todos los sueños que quedan por cumplir.